sábado, 24 de septiembre de 2011

LUZ REAL


Aunque halla oscuridad y ésta sea como un manto de bronce , la luz nunca dejará de brillar porque la luz real no tiene principio ni final. ¡ Oh , maravilloso misterio ! que la luz real hasta un ciego la puede ver . ¿ En dónde ? En lo profundo del corazón .

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Pintura y Escrito:

Oscar Basurto Carbonell

www.mystichealingart.com

http://mystichealingart.blogspot.com

domingo, 26 de junio de 2011

BATALLA DEL BIEN Y EL MAL

Aconteció en un lugar muy lejano, una gran batalla, el Bien y el Mal luchaban, mas para el Bien se presentaba una situación muy delicada, el Mal lo superaba en número por más de cien por cada uno, al punto que los hombres del Bien que eran rodeados no podían ya ni defenderse y morían en las manos del Mal, que gozaba en su acto criminal.

Y asi duró la batalla mañana y noche, y se hacía ya medio día del día siguiente y el Bien estaba muy diezmado, el campo estaba cubierto de sangre inocente, pues el Mal se había fortalecido, y se veía muy cerca su victoria. El Bien ya se daba por muerto pues el Mal lo rodeaba como anillo.

Pero sucedió en un instante que aquel que guiaba el Bien vió que su ejército se debilitaba, se desmoralizaba y se entregaba practicamente a la muerte, entonces les dijo:

- Esta batalla no será la primera, ni será la última, siempre ha habido confrontación, insalvables diferencias, propósitos irreconciliables, y algo tenéis que recordar, que el Bien es superior al Mal, porque el mal no tiene ni tendrá propósito ni objetivo, más solo tiene una razón : el destuir y destruir. Por lo tanto, el Bien si tiene una meta y una dirección y es no pelear con odio sino con las fuerzas que nos da el amor. No tengáis temor de ser los que soís , no tendráis temor de la muerte si es que acaso ella llegase, Pongáis de toda su voluntad, libérense de todo conflicto en su pensamiento, y en su corazón abandonen el temor fortalézcanse en el amor.

Este pequeño ejército que se hallaba rodeado, fortaleció su corazón y recuperó su propósito, y aquel que los guiaba dijo:

- Vamos a ganar esta batalla y vamos a ganar honrando al Bien , dejen sus espadas . No tengáis miedo, unan sus manos y unan sus corazones, solo dejen que el amor los conduzca.

Y entonces abrieron sus corazones y unieron sus manos, y al instante sus vestiduras manchadas de sangre se hicieron blancas como la nieve, luminosas como el sol por la mañana. Y fue como un relámpago de luz que ilumina en la noche, que tal resplandor se hizo como si fuese el sol, pero mucho más luminoso, más potente. Y como es natural la luz se esparció en el campo y en todo lugar, y esta luz como también es natural hizo posición del mal y el mal fue herido , sus ojos fueron cegados; y tal fue su cólera y su rabia, y su deso de matar, que al estar cegados y embravecidos , entre ellos se dedicaron a matar, hasta que no quedo ni uno solo, y la sangre fue tan grande y abundante que llegaba por encima de los tobillos, y fue tan grande y tantos los muertos, que ya para la tarde el lugar se llenó de buitres y de carroñeros.


Y aquel que guiaba el ejército del Bien, dijo estas palabras:

- Jamás nos alegremos de la muerte de nuestros enemigos por la violencia y la crueldad en que ellos murieron . Mantengamos nuestros corazones en alto y llamémonos a orar por ellos, démosles a ellos y a los nuestros honra en su sepultura . Y sembremos flores en este campo para limpiar el horror de la violencia, la angustia y la deseperación. No hemos vencido con la violencia, no hemos vencido con el rencor, sino con la fuerza que nos da la verdad, la verdad del Bien que se sostiene en el Amor.

Y aquellos guerreros desde aquel día dejaron de ser guerreros, y se convirtieron en agricultores. Y pasó el tiempo y pasaron los años y de aquella muerte, y aquella destrucción ya todos se habían olvidado, mas lo que hoy ha quedado y ha triunfado, es que en aquel valle de muerte y desolación, habita un pueblo que cultiva el bien, y en sus corazones conocen que es un valle donde la violencia murió. Y en ese mismo instante, nació para siempre el Bien y la Paz .



Pintura y Escrito:

Oscar Basurto Carbonell